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«Hay pintores que se someten y pintores que trabajan a contrapelo; hay pintores mansos y pintores bravos, pintores de corral y pintores silvestres, pintores que acarician el lienzo y la conciencia y pintores que se pelean con la tela y con el alma propia y el alma ajena, el alma que llevan dentro como un suspiro y el alma del prójimo espectador. La calidad de la obra conseguida va por otros caminos o, dicho sea de diferente forma, puede darse manando de cualquier venero: bonancibles —y maestros— fueron Fra Angélico y Murillo; irritantes —y geniales— fueron Goya y Picasso. Amo demasiado a la pintura para pronunciarme por una u otra actitud pero, puesto en el disparadero de tener que hacerlo, no es difícil suponer que me van más los pintores tumultuarios que los amables.
Mi paisano Beiró Buxán pinta este mundo verde y el otro mundo, negro. Mi paisano Beiró Buxán pinta el paisaje de Galicia, los hombres y las cosas de Galicia, y el subpaisaje —o el inframundo— gallego, las meigas y las ánimas de la Santa Compaña. Mi paisano Beiró Buxán forma en las diezmadas filas de los artistas que se plantean el problema de la pintura cada mañana. De ahí su maestría que no se marchita jamás porque, como el chorro de la fuente, jamás cesa. Mi paisano Beiró Buxán es pariente próximo de los bardos medievales, que tanto tenían de infatigables cónsules de nuestro país y nuestra cultura. Que los viejos dioses celtas le sean propicios en esta su primera salida a la meseta, amén.»
Camilo José Cela